Secciones

domingo, 4 de octubre de 2020

Libertad e independencia

Por Nicolás García

Octubre de 2010



En vista de que los alumnos de los grados NOVENO y DÉCIMO tuvieron tantas dificultades frente al ejercicio de escritura que requiere todo trabajo académico (y en particular el trabajo en SEMINARIO), me di a la tarea de redactar este texto para inaugurar el blog que desde el diseño del curso se pensó como la plataforma ideal para registrar y aún debatir los avances. Mi propósito fue un poco que esta introducción cuente como la posición institucional del GIM respecto del estudio de la Constitución Nacional. Ojo, no sería nuestra posición sobre el texto mismo de la Constitución, sino precisamente sobre cómo y por qué estudiar la Constitución. Espero que puedan reconocer, pues, en mi escrito, aquellos principios que han regido todos nuestros cursos y que inspiraron las últimas fórmulas de evaluación del área. Se trata, en últimas, de la conciencia crítica.

I


Hace doscientos dos años, el rey Fernando VII había perdido la guerra con Napoleón (casi el mismo día que fue coronado tras la abdicación de su padre)  y por tanto tuvo que deponer su soberanía en España a favor de José Bonaparte, el hermano del emperador francés. Los franceses querían imponer algunas reformas liberales en toda Europa, pero por supuesto los pueblos más conservadores como Portugal y España se oponían (también se oponían los ingleses, quienes querían imponer las reformas ellos mismos). Así que el reinado de José no contó con la suficiente legitimidad entre las élites españolas, que encontraron una alternativa política para seguir llevando el timón: las Juntas de Gobierno.

Hace doscientos años, las élites criollas de la Nueva Granada, aprovechando la inestabilidad de la metrópoli, “importaron” esa forma política para “independizarse”, o sea, para seguir llevando el timón, pero sin tener que rendir, o pagar, tributo a España. Lo que pasó es que no se imaginaban que esta nave era muy grande y que, al no saber a ciencia cierta hacia dónde debían dirigirla, entraron en conflicto: algunos querían que sí se impusieran las reformas francesas, otros preferían las inglesas; otros, en cambio, como los dueños del mercado de esclavos, preferían aferrarse a las viejas “costumbres”. Encima de todo, los indígenas y los esclavos y los campesinos, que de algún modo veían en todo el revuelo alguna posibilidad de redimir sus existencias, apoyaban algunas cosas de cada partido, pero siempre deplorando muchas otras. Por eso es que ese período de nuestra historia se conoce como “La patria boba”, con un montón de golpes de ciego y guerras intestinas en donde siempre la peor parte la llevaba el pueblo, que no conducían a ningún tipo de estabilidad. Por eso es también que, en 1816, Fernando reconquistó esta colonia con un ejército diezmado y casi en quiebra debido a su propia guerra de independencia contra Francia.

En 1819, Bolívar reunió al Congreso de Angostura y sostuvo uno de sus mejores discursos políticos. En él, hizo un profundo análisis crítico de la situación, evaluando perspectivas para constituir una nación verdaderamente unida. Sólo así se consolidaron las bases de una verdadera liberación, proeza no menor, pues se enfrentaba a los generales que habían vencido a Napoleón en 1814.

Desafortunadamente, los sueños de unidad que Bolívar plantó también fueron traicionados. Luego de la disolución de la Gran Colombia en 1830, la historia fue la misma: algunas clases dirigentes peleándose por el poder, y el pueblo en la mitad, sin poder exigirle dignidad a nadie. La Constitución de 1886, que rigió al país hasta hace muy poco, tampoco fue puntal de unidad: en 1903 se separó Panamá, por ejemplo, y las guerras intestinas siguieron su curso hasta las peores manifestaciones como la Guerra de los mil días. En 1948, tras una solitaria y heroica resistencia moral y política, iniciada en su denuncia de la masacre de las bananeras, fue asesinado el único Senador que había sentado su voz de protesta: Jorge Eliecer Gaitán. Hasta entonces, el destino de la Nación había estado en manos de casi las mismas familias que se habían “independizado” de los españoles en 1810 y que habían terminado por dividirse, radicalmente, entre conservadores y liberales.

Cuando el pueblo por fin logró unirse en torno a una misma idea de destino, estas familias supieron unirse también. El General Gustavo Rojas Pinilla, que había alcanzado el poder sin pertenecer a ninguno de los dos bandos hegemónicos, tuvo que renunciar y dar paso a lo que se llamó Frente Nacional: un pacto entre los poderosos para turnarse la burocracia durante un período de dieciséis años. Desde entonces, y a pesar de los asesinatos de tantos líderes políticos (Pardo Leal, Lara Bonilla, Galán) y a pesar de que negocios como el narcotráfico han encontrado respaldo en las clases dirigentes que se enriquecen con ellos, nuestra Nación ha seguido buscando esa unidad y esa libertad que nos darían definitivamente la paz. La Constitución de 1991 es, en ese sentido, todo un acontecimiento. Por primera vez los compatriotas han logrado reunir sectores tan diversos e intereses tan conflictivos en una misma ruta de navegación. A esa cita acudieron los liberales y los conservadores, pero también los indígenas y los negros de Colombia, los partidos de oposición (diezmados por la barbarie) así como nuevas fuerzas productivas del país.

II


Desde las leyes dictadas en los albores de la humanidad, como esta que Dios dio a Noé: “no comerás carne con sangre”; pasando por las tragedias que en Grecia surgieron por el conflicto entre las leyes divinas y las humanas, como cuando Antígona, según las primeras,  debe enterrar a su hermano, pero no debe hacerlo según las otras; sin desconocer tampoco las leyes aborígenes de nuestra América, entre las que encontramos unas que nos parecen muy sensatas (como las de Bochica de bañarse y vestirse) y otras que nos parecen incomprensibles (como las de Yuruparí, en las que las mujeres no pueden escuchar o ver ciertos instrumentos), las leyes humanas han sido la medida de nuestra libertad.

Es verdad que ninguna ley se formula por sí misma, y sólo tras esfuerzos ingentes nuestro intelecto ha llegado a entender algunas de las que rigen la naturaleza: la piedra que cae, o la luna que cumple eternamente su ciclo, desconocen la ley de la gravitación universal; las especies en vía de extinción, desconocen las leyes de la genética. Y sólo nosotros, gracias a nuestro intelecto, podemos influir de manera deliberada en esas leyes, sólo nosotros podemos impedir que el agua siga libremente su curso.

En cuanto a las leyes que nos rigen a nosotros mismos, hace más de dos mil años que los dioses no nos dicen nada. Y dado que, a diferencia de los fenómenos de la naturaleza, nuestras acciones no ocurren sin nuestra intervención, más o menos deliberada, somos responsables de cada guerra y de cada injusticia en la sociedad. Y precisamente, en momentos de angustia, cuando estamos oprimidos por la violencia o los designios de intereses particulares, cuando nos preguntamos qué debemos hacer, la pregunta por el deber, por la ley, se hace urgente.

Y cuando, al leer la Constitución del país, nos dejamos ganar por el tedio pensando que todo eso no son más que palabras, y que no tiene sentido porque en realidad nada de eso se cumple, estamos asumiendo una posición primitiva, animalesca. O, en el mejor de los casos, infantil. Precisamente porque debemos forzar nuestro intelecto para leer las leyes humanas como lo que son: una ruta de navegación, un destino que nosotros mismos tenemos que elegir, no una crónica de lo que otros hacen, no una condena.

Y el modo en que todos nosotros, padres, maestros y discípulos podemos superar ese tedio simiesco y llegar a participar activamente de la construcción de una sociedad más justa pasa precisamente por ahí: por elevar nuestro intelecto, usar el poder de la razón para analizar el texto constitucional, reconociendo sus partes y el orden en que están dispuestas, profundizando en sus términos y comprendiendo la historia de sus conceptos. Sólo así podremos construir una visión lo suficientemente crítica de nuestro viaje común, y podremos sentir que en nuestros corazones, resuena la libertad que heredamos del trabajo de nuestros mayores, del silbar del huracán, y del curso del sol.

lunes, 15 de noviembre de 2010

La música prohibida

Este texto lo escribió el maestro de música del GIM, Iván León, con ocasión de un curso de la universidad en el que tenía que relacionar la música y el derecho. Iván también está participando activamente del Centro de Interés Constitución con los alumnos de primero, segundo y tercer grado.

En estos tiempos en que la “libertad de expresión” está de moda, es paradójico hablar de “música prohibida”. Sólo basta escuchar un “reggaetón” con toda su carga sexual absurdamente explícita, para darse cuenta de que hasta el más falto de prosa poética (por no decir neuronas) puede y tiene algo que decir.

Lo anterior es sólo un ejemplo de los múltiples atropellos al sentido común que nos ofrecen futbolistas, periodistas, narradores deportivos (con ínfulas de deidades) políticos respetados, reinas de belleza, presentadores, en fin, varios personajes públicos que, amparados en la libertad de expresión, se despachan en declaraciones y comentarios tan desafortunados que hacen pensar si aquel derecho es en realidad tan benéfico como parece.

Nuestra constitución Política, en su artículo 20 reza: “Se garantiza a toda persona la libertad de expresar y difundir su pensamiento y opiniones, la de informar y recibir información veraz e imparcial, y la de fundar medios masivos de comunicación. Estos son libres y tienen responsabilidad social. Se garantiza el derecho a la rectificación en condiciones de equidad. No habrá censura”

Los derechos humanos en su artículo 19 dicen: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.”

Cito los anteriores artículos con el fin de demostrar que efectivamente vivimos tiempos (¿mejores?, ¿peores?) en los que cada cual goza del privilegio de la libre expresión y, sin embargo, esto se convierte en herramienta enajenante para provocar el efecto contrario. Explico: en la Europa medieval la iglesia era quién dominaba el pensamiento a través de su influencia en la política y el arte. Lógicamente la música no escapaba a su dominio. “Bajo el nombre de canto gregoriano entendemos el conjunto de manifestaciones musicales que se desarrollaron durante la edad media en el seno de la iglesia (…) dirigida hacia los muchos elementos exóticos y profanos que amenazaban corromper la integridad del canto (…). el Papa Gregorio perfeccionó las escuelas de canto sacro que existían en Romay creó la gran schola Cantorum vinculada al vaticano, la cual, durante casi mil años permaneció como centro indiscutible de autoridad musical eclesiástica y cuyas enseñanzas del canto litúrgico constituyeron la norma de todo el orbe cristiano.” (Mila, Massimo. Breve historia de la música. Ed. península. Pág. 20).

En la Alemania nazi, el organismo central encargado de dirigir la actividad cultural en el Tercer Reich emitió una ordenanza que buscaba tener control sobre la música que se escuchaba en el país: “ Las piezas en ritmo de fox-trot (o swing), no podrán exceder el veinte por ciento del repertorio de las orquestas y bandas musicales para baile; En este tipo de repertorio llamado jazz, debe darse preferencia a composiciones en escalas mayores y a letras que expresen la alegría de vivir, en lugar de las deprimentes letras judías; En cuanto al tempo, debe darse preferencia a composiciones ligeras sobre las lentas (los llamados blues, música deprimente y judía negroide americana); de todos modos, el ritmo no debe exceder la categoría de "allegro", medido de acuerdo al sentido Ario de disciplina y moderación. De ninguna manera excesos de índole negroide en el tempo (el llamado jazz) o en las ejecuciones solistas (los llamados "atonales “como schoemberg y hodegger) serán tolerados. Las llamadas composiciones jazzísticas podrán contener hasta un diez por ciento de síncopa; el resto debe consistir en un natural movimiento "legato" desprovisto de histéricas inversiones de ritmo características de la música de las razas bárbaras y promotoras de instintos oscuros extraños al pueblo alemán; Queda estrictamente prohibido el uso de instrumentos extraños al espíritu del pueblo alemán, como así también el uso de sordinas que convierten el noble sonido de los instrumentos de viento y bronce en aullidos judíos; También quedan prohibidos los solos de batería que excedan la mitad de un compás en tiempo de cuatro cuartos, excepto en los casos de estilizadas marchas militares (http://www.stormfront.org/forum/t702226/)

Es evidente cierta similitud de tiempos tan oscuros como los anteriormente mencionados, con la actualidad. El derecho que nos asiste como ciudadanos colombianos a la libre expresión queda en entredicho cuando la posibilidad de difundir nuestro producto artístico pasa por el filtro de las grandes cadenas de radio y televisión que imponen la música, la literatura, el teatro y la pintura que deben “consumir” las grandes masas. ¿Acaso cuando se habla de la libertad de expresión, se refiere a la libre expresión de caracol, rcn y mtv? Hace poco escuché que el costo (sí, leyó bien, el costo) por aparecer en la sección de farándula de un noticiero nacional es de treinta millones de pesos. Y ni hablar del impuesto subrepticio (payola) que cobra la radio por difundir a través de su programación la canción de un artista.

Paradójicamente, la música prohibida en nuestro país no es aquella que se refiere a la mujer como “perra” o que menciona los órganos reproductivos de hombres y mujeres con “ingeniosa rima”, sino todo lo contrario. Los artistas que se toman la molestia de componer con rigor estético, explorando nuevas posibilidades armónicas, tímbricas y rítmicas, apelando al encanto de la historia bien narrada, quedan al margen por no pertenecer, al mejor estilo medieval, al circuito que gobierna el pensamiento general. Mientras tanto, viejas y nuevas generaciones asisten a conciertos pagando cifras absurdas que impulsan y sostienen el gran negocio de la  incultura.

No son pocos los ejemplos de artistas músicos que debieron abandonar sus países por temor a ser asesinados, solo porque sus canciones atentaban contra el sistema. Y nos siguen vendiendo la idea de país libre donde tienen cabida todas las formas de pensamiento y expresión. Estrategia de marketing para promover absurdos y engañar incautos.

Ya llega diciembre y, con él, el ruido de las emisoras. Me alisto a escuchar en cada esquina toda la belleza de la música parrandera:
“mostrame tu apachurrao, que lo quiero conocer”….


Iván León


lunes, 25 de octubre de 2010

Primera (segunda) Sesión

Protocolo primera sesión de seminario.

 “DEL REGIMEN ECONOMICO Y DE LA HACIENDA PUBLICA”


La sesión comenzó a las 14:19, con la asistencia de dos invitados: Álvaro Berdugo (padre de una estudiante) y Santiago Lopera (exalumno del colegio). En cambio, dos alumnas, Susana Mejía y María Camila Gil, se ausentaron sin el consentimiento del director del seminario. De todas maneras, éste dio inicio a la sesión planteando el orden del día, recordó que la relatora elegida en la sesión anterior era Laura Berdugo y eligió como corelatora a María Clara Mesa y como protocolantes a Santiago Cadavid y Moisés Ramirez. Estos dos últimos estudiantes manifestaron que no tenían una idea clara de cómo abrir la discusión ni una pregunta para la relatora.

Precisamente este es un primer asunto que debería abordar el protocolo: ¿cuál es la función del protocolante? En la discusión al respecto, el seminario estableció que ya que la relatoría no es sólo una exposición, sino que pretende despertar el debate, ésta debe tener forma de diálogo con el público y, para ello, es muy pertinente que alguien interpele al relator. Ese alguien es el protocolante.

Aclarado un poco más este punto, podemos pasar a la siguiente pregunta: ¿cómo debe presentarse la relatoría? Lo más importante a este respecto, es recalcar nuevamente que el relator no está exponiendo un tema desconocido para el público, sino que precisamente el seminario exige que todos los asistentes hayan leído y estudiado a profundidad el texto. De lo que se trata es de confrontar y articular las distintas lecturas. En este sentido, podemos decir que la relatora tampoco tenía total claridad y muchas veces continuó su exposición sin establecer pautas para los oyentes y sin asegurarse de que todos seguían su argumentación.

Aun así, debe decirse que la relatoría estaba muy bien preparada, con muy buenos cuadros sinópticos y con referencias muy valiosas a páginas web, presentaciones e, incluso, a la constitución nacional de Bolivia. Esta fue también la impresión que expresó en un primer momento la correlatora. Pero esto nos abre una nueva interrogante: ¿cuál es la función del correlator? Se ha dicho que éste debe “evaluar” la ponencia; pero esta evaluación no debe limitarse a apreciar los esfuerzos del relator o su manera de exponer, sino que debe intentar recoger las ideas que más aportan al debate, confrontándolas por ejemplo con la pregunta que el protocolante formuló como introducción.

Sólo así, con la intervención de cada uno de los actores (protocolante, relator y correlator), el seminario se puede asegurar una discusión productiva en la que efectivamente se condense una interpretación colectiva sobre el tema estudiado. En esta sesión, y a pesar de las fallas propias de cualquier innovación metodológica, logramos disertar sobre unos puntos muy interesantes que arrojan nuevas formas de entender la legislación colombiana sobre la economía del país.

Hablando del debate generado, en la relatoría fue sumamente importante para los asistentes una definición dada por la relatora de la palabra pobreza: “pobreza, es cuando una persona no puede satisfacer sus necesidades vitales.”, por otra parte resonó la comparación entre la constitución colombiana y la boliviana, ya que hubo la discusión de cuál era más organizada. La correlatora hace una valiosa intervención, en la que aclara que la relatora se apropió muy bien del tema, y que según ella el quiebre (desde el punto de vista del orden) está en el capítulo lll.

Además, hubo una pregunta centrada y que según mi mirada pudo recoger muchos de los sentimientos o dudas que sentíamos los espectadores al respecto de este título. ¿Si yo tengo una finca, y por ahí pasa un rio, debo pedir permiso al estado para encargarme de ese río?. Se trata específicamente trata sobre el control de los recursos naturales que el estado decreta; la respuesta de la relatora es que los recursos no renovables de los cuales una persona deba encargarse, deben por así decirlo, pasar primero por el estado.

La discusión se cerró hablando de los presupuestos, y terminó de con la siguiende idea: “Cuando un quiere lograr cualquier cosa, empieza por saber lo que quiere”

Por Santiago Cadavid y Moisés Ramírez

Primera (segunda) Sesión

Laura Berdugo Gil

Relatoría basada en el título número
doce de la Constitución colombiana.

Mi acercamiento al título XII de nuestra constitución fue prácticamente sin ningún conocimiento pues nunca la había leído y lo que sé sobre normas es lo que he aprendido en el colegio, esto es: que las normas se acatan y si estas no son de mi gusto debo procurar cambiarlas en la misma forma en que se hacen. Para ser sinceros me acerqué a este texto con mucha pereza e incluso llegué a decir que no lo iba a hacer, pero lo leí bien y me di cuenta de que tenía herramientas con las cuales trabajar, que contaba con mi padre, mi colegio, y mis profesores, y también tenía que hacer algo por el nivel, porque la relatoría pasada no se hizo presentación alguna. Cuando hablé con mi papá, él me preguntó, ¿y tú qué piensas de esta tarea? yo le respondí, no es que me entusiasme mucho la idea de hacerla¨, pero me hizo caer en cuenta de qué tan importante es, no sólo por los ejemplos que me puso, que uno de ellos fue que él nunca tuvo una oportunidad como esta, que él la tuvo que estudiar ya mayor, cuando trabajaba en el gobierno. Ahí fue cuando le encontré importancia, ¿Cómo se puede vivir sin saber cuáles son las normas que nos rigen? Mucho más esta que me fue presentada como la ley suprema de nuestro país.

Por Laura Berdugo Gil

Empezamos buscando en internet qué es una relatoría, para entender cuál es el trabajo que me están pidiendo, luego leímos el blog que Nicolás creó para ayudarnos a leer, y tener un punto de vista de por qué y cómo estudiar la Constitución, o sea mirarla con conciencia crítica.

Al leer el título no entendía a qué se refería con Régimen Económico y Hacienda Pública, investigué y concluí que Régimen Económico es el conjunto de normas que gobiernan o rigen la economía de nuestro país. Y la Hacienda Pública es el conjunto de los bienes públicos de una nación, aquellos que nos pertenecen a todos.

El capitulo XII de la Constitución colombiana se descompone en 6 capítulos:

  • El capítulo 1° De las Disposiciones Generales, habla del objetivo que se pretende alcanzar dentro del país en lo económico, algunos principios y dentro de qué sistema político-económico nos movemos.
  • El capítulo 2° De los Planes de Desarrollo, como su nombre lo indica, trata de los planes mediante los cuales se logrará el objetivo definido en el capítulo 1°.
  • El capítulo 3° Del Presupuesto, habla de la forma en cómo se construirán los presupuestos para los planes anteriores.
  • El capítulo 4° De la Distribución de Recursos y de las Competencias, dice de dónde saldrán los recursos, a quién se asignan estos y las competencias correspondientes.
  • El capítulo 5°De la Finalidad Social del Estado y de los Servicios Públicos, define claramente la función social del Estado y dentro de esta, prioriza los servicios públicos.
  • El capítulo 6° De la Banca Central, define el organismo que regirá lo económico en el país.

Tesis:
A pesar de que la máxima ley ordena al estado, de una manera clara, pertinente y estructurada, “conseguir el mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes,  la distribución equitativa de las oportunidades y los beneficios del desarrollo y la preservación de un ambiente sano”, los resultados a la fecha no son consecuentes.

Argumentación
Digo clara pues en el artículo 334 se ordena textualmente lo propuesto en la tesis. Digo que es pertinente porque (como se desprende claramente del artículo 333°, que a continuación transcribo subrayando en AMARILLO aquellas frases que dicen que Colombia es un país capitalista y con AZUL aquellas que restringen un capitalismo salvaje) yo creo que un capitalismo con restricciones – aún con todos sus problemas-, es el sistema que permite un mejor desarrollo tanto de un país como de los seres humanos, dentro del contexto actual. Aclarando que no es el sistema que yo escogería.

Artículo 333º.-

La actividad económica y la iniciativa privada son libres, dentro de los límites del bien común. Para su ejercicio, nadie podrá exigir permisos previos ni requisitos, sin autorización de la ley. La libre competencia económica es un derecho de todos que supone responsabilidades. La empresa, como base del desarrollo, tiene una función social que implica obligaciones. El Estado fortalecerá las organizaciones solidarias y estimulará el desarrollo empresarial. El Estado, por mandato de la ley, impedirá que se obstruya o se restrinja la libertad económica y evitará o controlará cualquier abuso que personas o empresas hagan de su posición dominante en el mercado nacional. La ley delimitará el alcance de la libertad económica cuando así lo exijan el interés social, el ambiente y el patrimonio cultural de la Nación.

Y digo que es estructurada porque como se apreciará en el gráfico siguiente (este gráfico es un esquema presentado en la ponencia y pronto será publicado Nota del editor), el mismo texto de la Constitución sigue los pasos que daría un gerente para lograr un objetivo.

Presentación:

Por último digo que los resultados no son consecuentes pues a la luz de los indicadores que a continuación mostraré se evidencia que Colombia no tiene una buena calidad de vida, como ordena la constitución.

RANKING DE CALIDAD DE VIDA EN CIUDADES DEL MUNDO

Mercer Human Resource Consulting realiza un estudio anual, no necesariamente de todas las ciudades del mundo, pero sé de las más importantes que le solicitan. Para determinar el índice de Calidad de Vida, Mercer analiza en total 39 puntos clave que incluyen factores de índole político, económico, socio cultural, médico, educativo, transportación y servicios públicos, recreativo, de consumo, alojamiento, riesgos climáticos y naturales, contaminación ambiental y de seguridad personal. (En la ponencia fue presentada una tabla con puntajes que pronto se publicará Nota del editor)

El coeficiente Gini, de acuerdo al informe de desarrollo humano realizado por la ONU en 2005. Este coeficiente representa el nivel de distribución de ingresos, donde el 0 es que los ingresos y el consumo están exactamente divididos, mientras el 1 representaría que sólo una persona posee toda la riqueza.


Quise comparar el título XII de la Constitución colombiana, escrita en 1991, del régimen económico a la hacienda pública con el título correspondiente de la Constitución Boliviana, escrita en1967, Régimen económico y financiero. El cual sólo tiene 5 capítulos, a saber: Disposiciones Generales, Bienes Nacionales, Política económica del Estado, Rentas y presupuestos, Contraloría General.
Cada artículo de la Constitución Boliviana tiene un nombre y el Art. 135. Sometimiento a la legislación Boliviana. Dice:

"Todas las empresas establecidas para explotaciones, aprovechamiento o negocios en el país se considerarán nacionales y estarán sometidas a la soberanía, a las leyes y a las autoridades de la República".

No como en la Constitución colombiana, donde se apoya la libertad económica e iniciativa privada, claro siempre y cuando esté dentro del bien común, como dice en el artículo Artículo 333º:

"La actividad económica y la iniciativa privada son libres, dentro de los límites del bien común".

Como dije anteriormente en la Constitución colombiana se describe a este país como un país capitalista, controlado. Y la constitución de Bolivia, se basa en la protección y respeto de las tierras y bienes del estado como la minería, yacimientos petrolíferos, e incluso se habla de la energía nuclear.

Conclusiones:

De las cosas que más me impactaron al hacer este trabajo, principalmente, fue el ver, a la luz de los indicadores que encontré, la gran inequidad que existe en nuestro país.

Como segundo punto, no entiendo, teniendo esta Constitución tan bella y bien organizada, ¿cómo podemos no tener el país que soñamos al hacer la Constitución?

Y tercero, la indiferencia frente a la constitución, es ignorada, y así damos lugar a que pasen por encima de nosotros sin saber cuándo, ni por qué lo hicieron.

Problemas:

La excepción que se hace en el artículo 332°, cuando dice: “El Estado es propietario del subsuelo y de los recursos naturales no renovables, sin perjuicio de los derechos adquiridos y perfeccionados con arreglo a las leyes preexistentes.”. Ésta se da para hacer caso omiso a la constitución, me pegunto en beneficio de quién.

El indicador usado en la constitución es el NBI, como lo dice en el artículo 350° "[…] En la distribución territorial del gasto público social se tendrá en cuenta el número de personas con necesidades básicas insatisfechas […]". Este es un indicador muy básico, y principalmente se fija en el estado de la vivienda.

Yo creo que el problema se debe a que los que hemos elegido para gobernar han distorsionado en la práctica, el espíritu de la Constitución y, en lugar de procurar el bien común, han procurado su propio bien.

Soluciones:

La solución que yo propongo es: que todos conozcan la constitución. Creo que debemos seguir con este blog y que este no sea sólo de nosotros, sino de nuestros padres, y que ellos y nosotros podamos invitar a nuestros amigos, y estos a otros, para que la gente de verdad piense cuando va a votar, si su elegido está haciendo cumplir el mandato de la constitución, de la ley de leyes; de qué calidad son sus propuestas y creo que esas son cosas que podemos trabajar a través del blog. Además debemos hacerle seguimiento a la gestión que realicen los gobernantes y evaluarla y así construir una opinión común que premie a los que lo hagan bien y castigue a los que lo hagan mal.